Después de visitar la tumba de Santiago, muchos peregrinos siguen caminando hacia Fisterra, considerada desde tiempos antiguos como fin del mundo. La impresión de los atardeceres observados por los romanos les hizo pensar que era realmente el lugar donde el sol moría.
La posición geográfica de Fisterra nos ofrece unas vistas magníficas de los acantilados sobre el océano Atlántico, unas playas tranquilas protegidas por el cabo y otras salvajes en las que poder observar la fuerza de un mar agitado que muchas veces ha sido la desgracia de los barcos que naufragaron antes de llegar a puerto.